El ecosistema de la cobranza cambió. La nueva normativa de prefijos no sólo redujo los niveles de contactabilidad, sino que elevó la sensibilidad pública respecto al uso de los canales de contacto y aumentó las exigencias sobre cómo las empresas deben relacionarse con sus clientes morosos. Hoy, una llamada fuera de horario, un mensaje repetido o una mala experiencia pueden amplificarse rápidamente en entornos digitales, generando reclamos y afectando la confianza construida durante años.
En este nuevo escenario, la Inteligencia Artificial —especialmente los agentes de IA diseñados para optimizar la gestión de cobranza— se ha convertido en la herramienta más efectiva para equilibrar cumplimiento normativo, eficiencia operativa y reputación.